Mañana en Guanajuato, más específicamente en el bar antigua, hay un cartelito preparado para satisfacer los gustos que se declinan por lo experimental, musical y visualmente hablando, cuatro bandas que ejecutan bien el noise desde perspectivas diferentes, porque bueno, es un género el cual tiene la particularidad de poder ser reinterpretado como al artista y la situación mejor le convenga; ésta seguramente será una velada de improvisación y estridencia que llevará al límite a cualquiera de ustedes que se anime a asistir, y les prometo que una noche así puede volverse muy fructífera porque no hay delimitaciones de por medio, y uno también termina desconociéndose ahí en el frenesí de lo desconocido.

Para empezar, desde Rusia nos espera una combinación de lo ambiental transicionado a lo terrorífico; Abiboss mezcla un sonido especializado en sacudir esa locura interna, y la sostiene sin por minutos sin aparente problema, una secuencia progresiva para hundirse poco a poco en esa esa estática interna.

Flor de Kapomo nos conduce a un lado diferente de esa liberadora locura, juegan mucho en el límite de la desesperación en dónde uno puede permitirse exaltarse sin pena al ritmo de las notas incisivas y la estridencia serruchante, del DF y con una agrupación selecta para alimentar cualquiera de sus manías, aquí les dejamos una pequeña muestra para que se vayan mentalizando.

Después Felix Ulrica, de la capital del estado, parte de los precursores de esta nueva ola de músicos experimentales que se está gestando en Guanajuato; podremos escuchar una versión alterna del sumidero, partiendo del minimalismo y conduciéndonos por senderos calmos e introspectivos a los cuales nos tocará ir eligiendo el paisaje.

Ya para terminar o seguir alucinando otro representante oriundo de la capital, el choco bestia el cual bien puede considerarse como sinónimo del arte del salvajismo en su estado más genuino, un viaje progresivo repleto matices estrambóticos que eventualmente culminaran en un caos épico, en donde la violencia de la música se desatará en las paredes y objetos cercanos producto del hipnotismo de las notas que siempre dejan en trance a nuestro artista ejecutador, un performance que no querrán perderse.

Nos vemos mañana entonces, con la modesta cooperación de cincuenta pesos por un concierto que seguramente no olvidarán en un buen rato, por ahí nos vemos.

Por Armando Castillo

Comentario

Comentarios